martes, 9 de noviembre de 2010

Poda de la uva espina



La poda de esta especie debe realizarse para obtener frutos de calidad y eliminar las partes envejecidas de la planta. La mejor época para podar es el otoño. Se parte de planta enraizada de dos años y se pueden realizar dos tipos de poda:

a) Poda muy controlada, semejante a la de los groselleros rojos, indicada para formaciones en tronco y cordón vertical. Es la aconsejada para la producción de frutos para consumo directo, pues éstos son grandes y de más fácil recolección.

Primer año: Después de la plantación, se despuntan las 3 ó 4 ramas a la mitad (al menos 3 ó 4 yemas), procurando dejar las yemas terminales hacia el interior y verticales (ver figura 1).


A fines de otoño, se seleccionan las ramas mejor situadas para formar la parte permanente del arbusto. Cortar estas ramas a la mitad, dejando sus yemas terminales hacia el interior y verticales. Eliminar las ramas laterales de la zona central y los chupones de la base del tronco (ver figura 2).





Segundo año y sucesivos:


En el verano se deberán cortar a unos 10 cm las ramas no deseadas y mal situadas, con el objeto de preparar la planta para una mejor recolección. No se tocarán las ramas principales (ver figura 3).


En el invierno, se cortarán las ramas principales a la mitad. Las ramas cortadas en verano se volverán a rebajar a 5 cm. Eliminar las ramas enfermas, las dañadas y los chupones (ver figura 4).

b) Poda menos rigurosa, semejante a la de los groselleros negros o cassis:
Produce más frutos, pero más pequeños. Se aconseja, cuando el destino de la producción sea la elaboración de productos derivados (Jaleas, mermeladas y zumos).


Primer año: Se procede exactamente igual que en el caso de poda muy controlada.

Segundo año: En otoño, cortar a la mitad las ramas principales, con tendencia a dejar las yemas terminales hacia arriba. No despuntar las ramas laterales. Eliminar las ramas enfermas, débiles o que se cruzan (figura 5).

Tercer año y sucesivos: En otoño eliminar las ramas que vayan a dificultar la recolección, así como aquellas que ya hayan fructificado, dejando para la nueva cosecha los brotes del año anterior. Eliminar las ramas enfermas, débiles o dañadas (figura 6).


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